A nivel
profesional te diré que sí hay unos
momentos idóneos durante el año que facilitan o ayudan a consolidar el
cambio, por contra, está claro que empezar un cambio alimentario a las puertas
de las vacaciones de verano o las Navidades no suena a buena idea. Por lo
tanto, no es precisamente la motivación el factor determinante sino el periodo de consolidación que venga a
continuación, sería como querer dejar la bebida una semana antes de subirse a
un crucero con barra libre, es decir, factible pero con mayor nivel de
dificultad. En realidad, si estamos convencidos cualquier momento es bueno, como quien deja de fumar con una cajetilla de cigarrillos a medias en lugar de esperar a terminarla.
Como con la
alimentación ocurre lo mismo, mi consejo es que tras el inicio de la dieta
tengamos un mes estable para poder consolidar bien el cambio. Es importante, no
sólo seguir para mejorar la adherencia a
la pauta alimentaria sino también para escuchar y regular las señales de hambre-saciedad. Este eje hormonal debe
regularse de nuevo y no es cuestión de una semana, puesto que responde a varios
estímulos como el horario, la cantidad y/o el tipo de comida y como no, la
actividad física y los niveles de estrés. Cuanto más estables seamos en todos
estos factores antes obtendremos una buena regularidad
hormonal, si por el contrario estamos cambiando el patrón constantemente,
costará más llegar a una estabilidad que permita una buena base para consolidar
el cambio alimentario.
¿Por qué rebotamos después de una dieta de
pérdida de peso?
La información
más conocida, y parece que la excusa más famosa a todos los males, es el
metabolismo, sin embargo, es imposible recuperar el peso perdido sin un exceso calórico. Para ganar peso de
nuevo tengo que estar en superávit energético, es decir, comer más calorías de
las que mi cuerpo necesita o quemar menos calorías de las que ingiero, remarco
esta última frase porque la razón no siempre es alimentaria, a menudo me
encuentro personas sorprendidas por haber ganado peso si haber hecho
absolutamente ningún cambio alimentario, pero cuando empiezas a indagar
encuentras cambios como: “ahora voy en coche en lugar de a pie al trabajo”,
“antes trabajaba de pie y ahora sentado”, “dejé el gimnasio al tener hijos”, “ahora
teletrabajo”, etc. Siempre que el gasto calórico disminuya y no sea posible
recuperarlo, habrá que adaptar las calorías de la dieta a esta nueva actividad.
En resumen, la
clave es estar mentalizado/a, disponer de un periodo estable a continuación para
aplicar los cambios y buscar la ayuda de un profesional de prometa resultados
sostenibles basados en el cambio personal y no cambios relámpago que se deban
exclusivamente a la dieta. Cuándo sientas que estás listo/a… ¡Aquí estamos!
DN Carla Not
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