Ahora que ya llevo más de un mes pasando consulta de nuevo, puedo ver
claramente cómo el confinamiento ha llegado a afectar a nivel alimentario.
El mayor porcentaje de personas ha ganado peso, fruto del picoteo por
ansiedad o aburrimiento, o bien, por no realizar ningún tipo de actividad
física. Ha sido una mala combinación sin lugar a dudas, digamos que se juntó el
hambre con las ganas de comer.
Todos tenemos un tendencia subyacente a nivel alimentario, sólo que con el
día a día o determinadas prácticas de control no suele aflorar. Aquellas personas
que ante la ansiedad o el estrés pierden
el apetito sin duda habrán perdido peso, por el contrario, aquéllas que tienden
a picotear, aumentar las cantidades o premiarse ante situaciones adversas, es
casi seguro que habrán experimentado una ganancia de peso, más o menos marcada
según la gravedad de estas conductas.
Esto ocurre porque realmente nunca se ha trabajado la realidad de nuestra
relación con la comida, se va tapando con la rutina porque en el trabajo estoy
concentrado/a, luego hay mil cosas por hacer y entre recado y recado, ignoramos
el hambre o si tenemos un mal día mejor no quedarse en casa porque seguro que terminamos
asaltando la nevera...
No voy a engañar a nadie, seguir una dieta es relativamente fácil pero
cambiar los hábitos alimentarios (de verdad) suele ser el trabajo de un año, no
obstante, vale mucho la pena, y puedo reafirmarlo cuando con el paso de los
años vuelvo a ver a muchos de vosotros parar hace un seguimiento esporádico y
el cambio sigue siendo increíble.
Mi consejo es que no hay buenos o malo momentos para iniciar un cambio
alimentario, especialmente si lo sentimos AHORA porque con el confinamiento
hemos visto que nuestra relación con la comida no era tan buena. A veces nos
pasamos años “malgestionando” nuestra alimentación, y por no querer invertir
tiempo, el tiempo pasa….
Disfruta es estar nueva realidad pero aprende de lo vivido :)
DN Carla Not