Sentirse siempre cansada/o no es normal...
¿Alguna vez te has preguntado
cuánto tiempo llevas arrastrando este cansancio?
Estar cansado de forma puntual es
totalmente normal y es importante escucharnos para que en estos momentos
podamos parar y descansar, sin embargo, cuando
esta sensación persiste en el tiempo y no mejora incluso después de hacer una
buena cabezada o simplemente descansar, nos referimos a ella como fatiga en vez de cansancio y debemos
valorar qué puede estar detrás de ella.
Podemos diferenciar dos tipos: fatiga física y fatiga mental. La primera se manifiesta en las diferentes
actividades que realizamos a lo largo del día, siendo especialmente agravada
cuando hacemos un ejercicio intenso. En cuanto a la fatiga mental, muchas veces
se manifiesta en forma de somnolencia.
La fatiga es una condición a veces difícil de percibir o detectar
ya que depende de la subjetividad de cada persona y al no disponer de un
instrumento diagnóstico de referencia hace que sea un parámetro infravalorado
en la práctica clínica.
Muchas veces, la fatiga se asocia
a una patología de base o bien puede ser idiopática, es decir, que se desconoce
el origen de ésta. Su manejo reside en conocer el posible origen de esta
sensación y entender los mecanismos fisiopatológicos que la originan, entre
ellos, podemos destacar alteraciones del sueño, anormalidades del sistema
nervioso u otros mecanismos biológicos, los cuales pueden estar mediados por el estado nutricional de la persona
(¡aunque por supuesto no es lo único!).
Con esto, aquello/as que acudís a
la consulta, a lo mejor os habéis extrañado que en vuestro primer día os
preguntásemos cómo era vuestro sueño o si os sentís energéticos y descansados…
y es que como veremos en las siguientes líneas, todos estos factores están
totalmente conectados. De momento, os podemos avanzar que aquello que comemos,
tanto en su calidad como en su cantidad, es un factor importante en la
aparición de fatiga.
Aquello que comemos
Ingesta insuficiente
Si no llegamos a cubrir nuestros
requerimientos energéticos y proteicos con la alimentación, los depósitos de
energía de nuestro cuerpo se terminarán tarde o temprano, produciendo una
depleción de la masa grasa y el tejido muscular, por ende, esto se puede
manifestar en forma de fatiga o bajo rendimiento físico.
Igualmente, no hace falta
mencionar que la fatiga muchas veces es la manifestación de la carencia de
ciertos micronutrientes tales como el hierro o vitaminas como la B12 (carente
en alimentación vegana o vegetariana) o B9 (presente sobre todo en vegetales de
hoja verde). Estas carencias pueden ser debidas tanto a una ingesta
insuficiente, como a las pérdidas ocasionadas por la menstruación en el caso de
las mujeres, requerimientos aumentados debido a la práctica deportiva o
alteraciones en el tracto gastrointestinal que imposibilitan la utilización de
estos micronutrientes.
Ingesta excesiva
Al contrario de lo descrito
anteriormente, una ingesta por encima de las necesidades de nuestro cuerpo
también podría contribuir a los síntomas de fatiga. Concretamente, comidas con
un elevado contenido en grasas o en carbohidratos -especialmente azúcares-
podrían alterar los parámetros del sueño como la somnolencia diurna o la baja
calidad del sueño. De hecho, en respuesta a este tipo de comidas, los niveles
sanguíneos de glucosa, insulina, leptina, colecistoquinina (CCK) y péptido YY
aumentan, produciendo un efecto de somnolencia. Además, la ingesta de comidas
con un elevado aporte de grasa durante un largo período de tiempo conduce al
aumento en sangre de los niveles de leptina y la bajada de grelina, factores
que podrían explicar la sensación de sentirse más despierto.
Con todo esto, no es de extrañar
que cuando iniciáis el cambio hacia una alimentación equilibrada y saludable
nos digáis que os sentís más energéticos… ¡y es que las hormonas hablan por sí
solas!
Composición corporal
Sobrepeso u obesidad
Varios estudios han resaltado la
relación entre aquellas personas que presentan obesidad con mayores niveles de
fatiga. Esto puede estar determinado por una estado inflamatorio inducido por
el propio exceso de peso y también por las alteraciones tanto en la cantidad
como en la calidad del sueño asociadas a la obesidad. Al final, es un pez que
se muerde constantemente la cola, me explico…
Los desórdenes del sueño pueden
producir cambios metabólicos y endocrinos tales como resistencia a la insulina,
bajos niveles de leptina, niveles elevados de cortisol por la noche, mayores
niveles de grelina, todos ellos promoviendo la sobreingesta al aumentar el
hambre y el apetito. Igualmente, la obesidad puede producir cambios similares a
nivel metabólico y endocrino, alterando de este modo el patrón del sueño.
Bajo peso
El principal motivo que conduce a
una persona a presentar bajo peso es una ingesta energética insuficiente, que
puede venir dada por varios motivos: pérdida de apetito por condiciones
psicológicas, aumento de los requerimientos por enfermedad (p.ej. desórdenes
tiroideos, diabetes, alteraciones gastrointestinales), ciertos medicamentos,
hipermetabolismo o ejercicio físico excesivo.
Así, tanto si te sientes
identificado/a con cualquiera de los casos comentados como si no, es importante
que si estás constantemente cansado/a y no sabes por qué, busques ayuda profesional
para encontrar la causa y poder poner solución lo más pronto posible.
DN Júlia Muñoz
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